Isidro. 28-10-1998
[...]Dicen que no se estila ya mas ni mi peinetón ni mi pasador, dicen que no se estila o no ni mi medallón ni tu cinturón. Yo se que se estilan tus ojazos y mi orgullo, cuando voy de tu brazo por el sol y sin apuro. Nos espera nuestro cochero frente a la iglesia mayor, y a trotecito lento recorremos el paseo, tu saludas tocando el ala de tu sombrero mejor, y yo agito con donaire mi pañuelo.[...]
[...]Desde luego parece un juego pero no hay nada mejor que ser un señor de aquellos que vieron mis abuelos.[...]
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